1
El día sangra relojes de arena.
La puerta que da la calle
entrega flores
en las cabezas de las niñas.
Hay un hombre que vende libros abiertos:
pescados sin entrañas,
celofán en ojos de mujer
secretos de juventud eterna.
El camión del distrito barre la lluvia.
Los perros
construyen triángulos en el concreto.
Escucho campanas que bailan
en la acera rayada,
piernas largas y transparentes.
Adentro el polvo opaca los colores
se apilan los objetos
en las esquinas.
Tantas lenguas que coinciden
en una suerte kamikaze,
tantas almas
que probaron mi camisa.
2
Sirenas azules
calman la ciudad
bajo la lluvia.
Brotan flores oscuras
en la rivera del Hudson.
New York es un cactus gris,
mausoleo viviente de Nabucodonosor.
El poeta caza desperdicios,
bolsas negras con sudor.
La luz se queda en azoteas
de finos apartamentos en Manhattan,
tras las paredes claras
que esconden
el dolor del planeta.
3
Apolo muere
a pocas cuadras
de la mancha opaca
de Malcom X.
Las niñas saltan
indiferentes
a la esclavitud de sus abuelas
y los niños sueñan matar niños.
Un pase de coca cuesta un día,
dos hombres son un ejército,
tres, son las puertas de salida
cuatro las atalayas que rodean la isla.
¡Todas las prisiones son negras!
En Harlem
el tren que sale
no pasa por Manhattan.
La gente desaparece
esperando
que termine la noche.
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