El presidente Juan Orlando Hernández declaró este fin de semana, que no se ha permitido que el país adquiera "con la rapidez de otras naciones" la vacuna contra el coronavirus. Aunque esta denuncia no puede ni debe servir como excusa para la incapacidad de las autoridades hondureñas para planificar durante la pandemia ni como intento de ocultar la corrupción que aflora en nuestro país desde siempre en los peores momentos, hay que dar al argumento de Hernández el peso que tiene. "Los países más ricos han acaparado el 93 por ciento de las vacunas”, dice y es cierto, resaltando además que no se ha respetado "la solidaridad" prometida por la Organización Mundial de la Salud (OMS).
"La carrera por obtener la vacuna COVID-19 ha mostrado la fuerza del mercado sobre los organismos encargados de darle más equidad al mundo. Los países más ricos han acaparado el 93 por ciento de las vacunas”, manifiesta el presidente Juan Orlando Hernández en su cuenta de Twitter, lamentando "el triunfo de la inequidad” y que Honduras ha confiado "demasiado en el multilateralismo”, que no se ha respetado "la solidaridad que la OMS vía COVAX prometió (acceso global a las vacunas COVID-19, por sus siglas en inglés).
Si bien el reto de la pandemia ha sido sin presentes para todo el mundo, no es la primera vez que la OMS falla al momento de cumplir una tarea como la distribución de la Vacuna. Ocurrió antes en el manejo de la pandemia del VIH-SIDA y muchas otras crisis que afortunadamente no lograron la proporción que vemos ahora con el Coronavirus.
El portal electrónico VOX publica hoy un artículo que habla de lo que califica como un Apartheid de la vacuna y señala que aproximadamente una cuarta parte de la población mundial, principalmente en países de ingresos bajos y medianos (como es el caso de Honduras) no tendrá acceso a las vacunas hasta 2022, una situación precaria que podría dar la oportunidad de surgir nuevas variantes y que podría mermar los esfuerzos del primer mundo por salir de la crisis.
Como ejemplo, el artículo señala que en enero se habían distribuido más de 80 millones de dosis de la vacuna Covid-19 en todo el mundo, de esas solo 55 dosis habían llegado a personas de países de bajos ingresos. El ritmo se ha acelerado desde entonces, pero las vacunaciones solo han comenzado en 87 países, la mayoría de ellas en países de ingresos altos y medianos.
A pesar de que muchos países ricos se unieron a Covax y prometieron fondos, la mayoría hizo acuerdos individuales de precompra con compañías farmacéuticas para asegurar sus propias dosis. Los países ricos, con el 14 por ciento de la población mundial, han acaparado más del 53 por ciento de las vacunas con mayor probabilidad de éxito. Un análisis de un grupo internacional contra la pobreza expresó incluso que Estados Unidos tiene un exceso de dosis de vacuna Covid-19 estimado en 453 millones de dosis, eso después de que cada persona elegible en los Estados Unidos tenga al menos dos inyecciones.
Pero eso no significa que EE.UU. o cualquier otro país tenga millones de dosis por ahí; en este momento, la demanda aún supera a la oferta. Los países más ricos, debido a estos acuerdos de adquisición, a menudo se encuentran al frente de la línea, y su capacidad para realizar grandes compras también puede aumentar el costo de las dosis.
Todo esto ha significado que los países como Honduras estén luchando incluso para comenzar campañas de vacunación, si es que han comenzado. Covax se ha fijado el objetivo de entregar 2000 millones de vacunas a países pobres para fines de 2021, y las entregas se realizarán en el primer trimestre de este año, la mayoría de las cuales comenzarán en marzo.
Y seguro entonces la oposición podrá como ejemplo la reciente adquisición de vacunas en El Salvador y Panamá, como un ejemplo a imitar y sí, es importante que los países hagan acciones para garantizar la adquisición de la vacuna, pero estos esfuerzos serán insuficiente. Para que la vacuna tenga éxito se requiere que a lo menos el 80% de la población esté vacunada, eso quiere decir para Honduras adquirir un total de 15 millones de dosis. Esos esfuerzo que vemos en los medios de países vecinos, o los que podríamos ver en un futuro próximo del gobierno hondureño, si habla de miles de dosis, está hablando de vacunar un pequeño segmento de la población, insuficiente para atender la crisis.
El presidente francés, Emmanuel Macron, dijo en una entrevista reciente con el Financial Times que la UE y los EE.UU. deberían reservar el 5 por ciento de sus suministros actuales de vacuna Covid-19 y llevarlos a los países más pobres. Pero ni la UE, que recientemente tomó medidas dramáticas para tratar de asegurar más dosis de vacunas para su propia campaña en lucha, ni Estados Unidos parecen estar listos para hacer esos movimientos, a pesar de que rivales como China y Rusia hacen una demostración de "diplomacia de vacunas" al enviar su propias dosis a países de África y América Latina.
Y aquí viene ahora el otro problema al cual hace referencia el presidente Hernandez, en medio de la crisis, no todos valemos lo mismo. Incluso si se tiene el dinero el precio que Honduras recibirá será muy por arriba al que pagan los países del primer mundo.
La NPR publicó ayer un artículo que habla de la gran diferencia en el precio que pagan los países ricos y los países pobres. El Primer Ministro de Trinidad y Tobago, Keith Rowley, denunció en una conferencia de prensa con el director de la Organización Mundial de la Salud que "estamos preocupados de que haya ... o vaya a haber ... acaparamiento y aumento de precios" de las vacunas.
Para brindar más transparencia, UNICEF ha compilado un cuadro de cuánto están pagando los países y grupos sin fines de lucro por las dosis, basándose en informes de noticias locales, informes de Reuters y documentos obtenidos de diversas fuentes. Existe un rango significativo en el precio porque algunas vacunas son más caras de producir que otras. Pero incluso para la misma vacuna, la vacuna AstraZeneca promocionada como una de las más asequibles del mundo, existen diferencias notables.
La compañía no está revelando el precio exacto que está cobrando a pesar de que el director ejecutivo Pascal Soriot se ha comprometido repetidamente a que esté ampliamente disponible "sin ganancias durante la pandemia”.
Esto ha dado lugar a informes de precios tremendamente diferentes que pagan los gobiernos en diferentes partes del mundo. Y casos de naciones más pobres que pagan significativamente más que las naciones ricas por exactamente el mismo producto.
Según los informes, Sudáfrica está pagando $5.25 por dosis por una versión de la vacuna fabricada en India, mientras que una versión mal redactada del contrato entre AstraZeneca y la Comisión Europea muestra que los europeos pagan solo $ 3.50 por inyección. Uganda parece haber obtenido un trato aún peor pagando $ 8.50 por dosis, según Reuters y funcionarios gubernamentales citados en Health Policy Watch. Incluso si la diferencia de precio es solo de unos pocos dólares por dosis, multiplique eso por los millones de dosis necesarias y el impacto puede ser enorme.
Según los datos disponibles, el costo de algunas otras vacunas varía aún más. Los precios informados para la inoculación de la empresa Sinopharm, respaldada por el gobierno chino, varían aún más drásticamente. Van desde $18,50 por inyección en China hasta $72,50 por dosis en Senegal.
Manuel Martín, de la campaña de Acceso a la Vacuna de Médicos sin Fronteras, dice que las naciones más pequeñas están en desventaja en las negociaciones con las compañías farmacéuticas para las vacunas.
"Estos países [más pequeños] no tienen el poder adquisitivo ni la capacidad para llegar a acuerdos bilaterales", agrega Martin. "Obviamente, los fabricantes están menos interesados en entregar cantidades relativamente pequeñas a países más pequeños que en entregar cantidades mayores a países con poblaciones más grandes y también con mayor poder adquisitivo”.
Incluso los países de ingresos medios que albergaron ensayos clínicos para fabricantes de vacunas tienen dificultades para negociar acuerdos con las mismas empresas a las que ayudaron. Argentina organizó una importante prueba de fase 3 para Pfizer, pero no ha podido llegar a un acuerdo con la empresa para comprar su producto de gran éxito. Perú realizó pruebas para Sinopharm, pero luego los legisladores dicen que no pudieron obtener un descuento cuando terminó la fase experimental y tuvieron que comenzar a pagar por las vacunas de Sinopharm.
"Hay personas que, literalmente, están arriesgando sus cuerpos para avanzar en el desarrollo de estas vacunas y luego están siendo defraudadas cuando piden al acceso a las vacunas", dice Martin de Médicos sin Fronteras. "El precio es un elemento. El otro es si tienen acceso a las dosis”.
Martín dice que se está desarrollando una "vacuna del apartheid" en la que los ricos obtienen acceso temprano a las dosis y acceso a las vacunas más efectivas. A medida que las variantes continúan propagándose, Martin advierte que la desigualdad global en las vacunas podría empeorar.
"Las nuevas variantes pueden evadir algunas de las vacunas, y luego esas vacunas son las que los países más ricos no querrán tener, y esas serán las que estén disponibles", dice. "Así que quizás tengamos aún más desigualdad en términos de la calidad o idoneidad de las vacunas entre los países de ingresos altos y los países en desarrollo”.
El primer ministro Rowley de Trinidad y Tobago dice que no tiene por qué ser así. "La historia está plagada de casos de comportamiento destructivo, dominio irrespetuoso, desequilibrios y otras formas de inhumanidad del hombre hacia el hombre", dijo Rowley.
Más allá de administrar dosis, los países ricos también podrían hacer más para aumentar la capacidad de fabricación y producción en los países de bajos ingresos y para presionar a las empresas farmacéuticas para que potencialmente renuncien a los derechos de propiedad intelectual para compartir mejor el conocimiento y la tecnología, eso podría, esperamos, cambiar el rumbo por el que vamos actualmente.
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