El libro El traidor, el diario secreto del hijo del Mayo de la periodista Anabel Hernández, (Grijalbo, enero 2020), es la continuación que la periodista presentó en 2010 con el libro Los señores del narco”. En su primer libro habla del narcotraficante Joaquín “El Chapo” Guzman Loera, de dónde surge, sus conexiones con la política mexicana y centroamericana, y cómo se convirtió en el mito que ahora conocemos. En este segundo libro Hernández nos cuenta la historia de Ismael “El Mayo” Zambada, desde su círculo más cercano.
El Mayo, es un narcotraficante de 70 años de edad, que durante cinco décadas ha formado parte del mundo criminal en Sinaloa y Los Ángeles, con vínculos con la mafia cubana y norteamericana es, según el libro de Hernández, el rey indiscutible de la droga, cinco décadas de ocupar el puesto de capo de capos lo acreditan.
Un hombre discreto, vive alejado de los reflectores en sus dominios en Costa Rica, provincia de Sinaloa. Controla desde presidentes de la República mexicana, generales, coroneles y de allí a lo más bajo de la escala militar y policial; políticos de todos los partidos tanto en su Estado como en México, Centro América y, según el relato de Hernández, cuenta con un acuerdo de trabajo y colaboración con la DEA y el gobierno de Estados Unidos desde hace décadas.
Ese es quizás uno de los puntos más importantes a resaltar en el libro de Hernández, la relación de la agencia antidrogas de Estados Unidos, Washington y la CIA, con El Mayo y el cartel de Sinaloa que le permitió, a los norteamericanos atacar a los carteles enemigos creando la ilusión de combate al narcotráfico, al Mayo, crecer como nunca antes una agrupación criminal había logrado crecer.
75% del planeta está bajo la influencia criminal del cartel de Sinaloa, como afirmara en su momento la mafia italiana, el mundo se divide entre lo que controla el Cartel y lo que va a controlar.
El traidor es un recorrido por el narcotráfico mexicano desde la visión de Vicentillo, Vicente Zambada, hijo del Mayo, quién nació en una de las familias más poderosas del planeta. Su recorrido por el mundo criminal y su intento por escapar de su destino, algo que solo logró entregándose a las autoridades de la DEA en 2009. Actualmente se encuentra en libertad y protegido por el gobierno norteamericano, fue uno de los testigos claves en el proceso contra El Chapo en 2019.
En el caso de Honduras, El traidor hace poca referencia, un capítulo más extenso se puede leer en Los Señores del narco. Habla sí de quien identifica como Marisquero, César Gastélum Serrano, un importante enlace independiente del Mayo Zambada en Honduras que fue arrestado en Quintana Roo el 12 de abril de 2015, quien según el libro de Hernández actualmente mueve tanta droga por el país que se puede comparar a la cantidad que todo el cartel de Sinaloa mueve por México. César Gastelúm tiene además cuatro hermanos en libertad: Javier, Jaime, Alfredo y Guadalupe Candelario Gastélum Serrano, todos gozan de libertad en el país, mantienen un bajo perfil y mueven mucha droga.
Hernández hace referencia también a un capítulo que ya hemos conocido antes en Honduras. Habla de Hector Emilio Fernandez Rosa “Don H” y afirma que este le hizo entrega de dos millones de dólares a Manuel Zelaya Rosales para la campaña de 2005; habla del apoyo que le diera a la campaña y el gobierno de Micheletti Bain en 2009, luego del golpe de Estado a Zelaya; de un narcolaboratio de Metanfetaminas del Mayo en Cortés, cerca de La Mesa y de la relación que Don H (a través de Rojo) tenían con Juan Antonio Hernández Alvarado, condenado por narcotráfico en Estados Unidos.
En sus declaraciones al gobierno de Estados Unidos Marisquero afirmó haber pagado sobornos a autoridades de Guatemala y Honduras, incluyendo el actual presidente Juan Orlando Hernández.
El libro de Anabel Hernández no es un libro que romantiza la cultura del narco en nuestros países. Habla del origen del narcotráfico y escudriña en esa extensa y compleja red de corrupción que va desde lo más local, como pescadores artesanales en pueblos perdidos del pacífico salvadoreño, hasta altos jerarcas de las agencias antidrogas de Estados Unidos. Al final, como afirma Vicentillo, por cada dólar que gana el cartel de Sinaloa en el narcotráfico, alguien ganó dos en Estados Unidos.
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