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LA MUJER ARENA

  • Foto del escritor: Óscar L. Estrada
    Óscar L. Estrada
  • 18 abr 2020
  • 1 Min. de lectura

Misty dreamers had not a chance with her;

since, though she did not talk

- talking would have been altogether repugnant to her silent nature.”

E.T.A. Hoffmann,Der Sandmann



Llevaba en sus manos una bolsa

llena de grillos,

que repartia

como quien riega maíz a los pollos.

La vi flotar

a dos milímetros sobre la avenida

Liquidámbar.

Eran los días soñados,

los charcos duplicaban cabezas,

lámparas que iluminaban

con la fuerza de un infarto

las esquinas oscuras

de la muerte.

-Hola, me dijo

y huyó

con sus pequeñas alas,

a la garganta de esta ciudad

de sombras.

La seguí.

Su casa,

una bola de cristal.

Pedacito de sur

entre las piedras

arriba, cerca del cielo,

donde el viento rasguña las ventanas

entre versos

de alcohólicos atormentados.

Yo, guerrero milenario,

lancé estocadas a las flores de papel.

Ella me vio,

con su mano de lirio tocó mi rostro barbado.

-Entra -me dijo

vuela conmigo.

¡Nunca mi nombre sonó tan lindo como entre sus labios!

Y los hombres de arena la rodearon

-No puedes -dijeron

¿qué tienes tu para ofrecerle?

Mi corazón es una llama tibia.

Y los hombres de arena

izaron murallas.

-No debes –gritaron,

señalando con sus dedos

el rostro pálido de un niño.

Mi cerebro es una cantera,

para construir palacios

y habitarlos.

Los hombres de arena

ataron mis zapatos con cintas negras.

-Pobre Fauno que pretende robar

a la mujer de Menelao,

la voz de Paris pertenece al vacío.

Vi mis manos

ausentes de todo

y de frente,

ante la eternidad del abismo,

no volé.

Ella lloró lágrimas de arena.


(2 de junio de 2013)

 
 
 

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